sábado, 28 de abril de 2012

Encenderse



La palabra
es como la locura
amarra del mismo modo,
insondable.


Escribir,
es como encenderse.







miércoles, 18 de abril de 2012

Las cosas


Las cosas se rompen
son monótonas
se rompen.


Trastabillan
se obnubilan
se agujerean como un techo
se oxidan
despacito, se pierden.


No se,
me acostumbro.
Yo también
puedo romperme.


Y más tarde,
arreglar mi techo.



lunes, 16 de abril de 2012

Fugaces


Monosilábica
puente que no lleva a nada
obscuridad desparramada.

Me parece que nada
se parece a nada
vos sos algo que imagino.

Dibujaba algunos pasos
en el piso
y sólo pensaba.

Para olvidar,
hay que ser capaz
y anteponer
que el tiempo pasa.

Me río.

Nunca nadie me dijo
que éramos tan fugaces.

Nosotros


De vez en cuando,

ese miedo 
que rompe con su gris
cualquier luz escandalosa.

De vez en cuando,

ese costado
que se queja de dormir
acurrucado
cuando la noche
se despierta reboltosa.

De vez en cuando,

el arrebato
y las miserias
de los días agridulces
y las batallas con sabor
a haber perdido.

De vez en cuando,

deberíamos 
defendernos a nosotros
 un poco,
de nosotros mismos.

Geometría


El azar
y esa terrible osadía
de no ser los mismos
que ayer y mañana
de cambiar terriblemente
la sonrisa
por el miedo
y otra vez por la sonrisa
con la gracia de esperar
algún secreto
que nos diga si lo feliz existe
más allá
de nuestros límites sensatos
y cobardes a la vez.

Y nosotros
rudimentarios
escepticistas
buscando en el azar
esa respuesta
a tanta geometría
inabarcable.

Rabiosos


Consternados
como si el alma
se saliera
por los huesos.

Buscando la sonrisa
en el espejo,
que fuimos antes.

Antes de todo.

Un poco locos
pero salvajes,
bastante inciertos
con ese miedo
desquiciado,
insoportables.

Abatidos por un hambre
de consuelos.

Desesperados
pero ante todo
unos humanos
con un poco de coraje.

Días rabiosos.

Y dios,
que será eso
que sabe a cierto
y a impostergable
cuando alguien
nos sostiene.

Ajedrez

El amor tiene un dios 
que se vuelve de a poco egoísta
y un diablo pecador y optimista
que de a poco se vuelve muy fiel. 

Un pobre diablo que se acuesta tarde
por jugar con la oscura costumbre
que tiene el beso y su ángel
de dejar una sombra en la piel.

Y es más tarde.

Y es mejor.

Cuando el agua de los besos
ya no corre 
porque el tiempo corre
y ya no es.

Y es más lejos.

Y es mejor.

Así es cuando el deseo
se olvida de lo que ve
pero toca todo lo que alcanza
con su lengua de fuego y papel.

Y envuelve un dulce con sal.
Y eso, hace bien.

Y es después.

Y es mejor.

El cuerpo que se habita
puro juego en los bordes
y en el centro,
un ajedrez.

Efímero


Efímero no es
la incertidumbre.
Ni el beso en su debate
por la vida o  la muerte
que se decide
a ser de todos y de nadie
al mismo tiempo
en que condensa toda el alma
y cada sexo
en el juego ambicioso
de desearnos
(algo más que buena suerte)

Efímero
no es
ni si quiera eso.

Efímero no es
lo mentiroso.
Ni el ángel de aquellos
que no creen,
ni tampoco esa costumbre
irremediable
de encontrarnos demasiado susceptibles
mientras la vida se parece
a un manojo de señuelos tentadores.

Efímero no es eso.

Efímero es
todo aquello
que se vuelve efímero,
sin demasiadas predicciones
y en el momento justo
de quererlo vorazmente
con anhelos
para toda la vida.

Civilización



Que húmedo
es tener memoria.

Y ser un animal
de librerías
un animal de historias
con todas sus construcciones
para mañana
sobre un gran montaje de humo
sobre la nada incertidumbre
pero con la gracia
de sentir que soñar
sirve primero.

Y todo lo que conlleva
pensar mucho las cosas
el único animal que se pregunta
el único animal que cree
y que escucha
música en el ruido.

El único animal que espera.

Juguemos
mientras escribimos la utopía
hoy que es domingo
y dios no trabaja.

Quizás

la civilización sea eso
que nos hace decir
nosotros.

Cero


Algunas veces
nos volvemos puntos
sin bellas referencias.

Islas sin puertos
sin embarcaciones
como paisajes
escondidos
esperando la conquista
la promesa de magia

un desierto inhabitable
un mundo
retirado del mundo.

Pero

otras veces
tenemos la sensación
de correr la misma suerte
de no ser tan ajenos
a la misma incertidumbre

de pertenecer
a la misma patria de lo frecuente
a esa costumbre
de todos los días.

Algo nos dice
que compartimos la misma rabia
nos descubrimos mordidos
por la misma fiera:

cuando el tiempo se nos vuelve
parecido a un montón
de fotografías sin futuro,

nos volvemos limítrofes
para olvidarnos del cero.