lunes, 16 de abril de 2012

Ajedrez

El amor tiene un dios 
que se vuelve de a poco egoísta
y un diablo pecador y optimista
que de a poco se vuelve muy fiel. 

Un pobre diablo que se acuesta tarde
por jugar con la oscura costumbre
que tiene el beso y su ángel
de dejar una sombra en la piel.

Y es más tarde.

Y es mejor.

Cuando el agua de los besos
ya no corre 
porque el tiempo corre
y ya no es.

Y es más lejos.

Y es mejor.

Así es cuando el deseo
se olvida de lo que ve
pero toca todo lo que alcanza
con su lengua de fuego y papel.

Y envuelve un dulce con sal.
Y eso, hace bien.

Y es después.

Y es mejor.

El cuerpo que se habita
puro juego en los bordes
y en el centro,
un ajedrez.

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